Para mí, como futuro Psicólogo Escolar, es importante conocer la dinámica de los grupos, como proceso de crecimiento individual y colectivo, porque como futuro Psicólogo Escolar, es importante conocer la dinámica de los grupos porque las relaciones interpersonales dentro de un grupo pueden tener un gran impacto en el bienestar emocional y el rendimiento académico de los estudiantes. Al comprender cómo funcionan los grupos, el psicólogo escolar puede ayudar a fomentar relaciones saludables y productivas entre los miembros del grupo.
La dinámica de los grupos puede influir en la autoestima, la motivación y el compromiso de los estudiantes. Si un estudiante se siente excluido o marginado por sus compañeros de grupo, puede afectar su autoestima y su motivación para participar en las actividades escolares. El psicólogo escolar puede intervenir para fomentar la inclusión y la colaboración entre los miembros del grupo.
Además, los grupos pueden proporcionar una oportunidad para el crecimiento personal y colectivo.
En tal sentido, el psicólogo comunitario dentro de sus atribuciones profesionales tiene la función de posibilitar la integración social, incrementar el sentido de comunidad y operar estratégicamente en el proceso de reconstruir y restablecer el orden alterado por la emergencia de situaciones conflictivas tales como: la corrupción, violencia, ruptura de las convenciones sociales y de las normas éticas y morales. Ante este panorama la psicología social ha planteado como medida de intervención preventiva el fortalecimiento del aparato institucional, la atención focalizada y sistemática de los factores de socialización y el uso de la pacificación y la negociación como medios para consolidar redes de cooperación con sentido de pertenencia grupal, dispuestas a dimensionar las condiciones de convivencia que permitan reinsertar socialmente a las personas en conflicto así como ofrecer acompañamiento a los más vulnerables o con tendencias autodestructivas.
El rol del psicólogo en el contexto comunitario es muy diverso, pues integra dimensiones como: la organización de las comunidades, la utilización de los recursos disponibles, el respeto por la diversidad y el reconocimiento del otro, así como la orientación en el proceso de definir prioridades grupales que por sus implicaciones permitan no solo la convivencia, sino la elaboración de acciones conjuntas cuyo potencial estratégico posibilite el logro de beneficios para todos, la prosecución de objetivos y la consolidación de políticas sociales con repercusiones en toda la comunidad.
En concordancia con lo expuesto, la perspectiva humanista de la psicología ha planteado que el desarrollo del ser humano y la búsqueda recurrente de su bienestar, corresponden a propósitos que deben integrarse en todo proceso de transformación social, para los que se deben formar actitudes sensibles al logro de proyectos de vida personal, en los que se inste a la autorrealización, al cambio de
percepción sobre los obstáculos y al desarrollo de competencias (sociales y emocionales) que impulsen a la formulación de oportunidades en las que afloren iniciativas innovadoras y proyectos colectivos.
Frente a este desafío, el psicólogo debe promover la flexibilidad de pensamiento para afrontar las demandas con creatividad y desde una actitud proactiva que apunte al logro de objetivos ambiciosos y a la resolución de problemas a través del despliegue de sus potencialidades y de las competencias para mejorar su estatus social.
Por ende, el trabajo del psicólogo con las comunidades no debe dejar a un lado el desarrollo de la conciencia histórica de sus individuos, pero tampoco la posibilidad de proyectarse en función de sus competencias personales. Esto se refiere a la necesidad de generar experiencias en las que el sujeto valiéndose de su capacidad para razonar se haga consciente de su propio rol social y del compromiso con sus semejantes, como condiciones para trascender del individualismo a la inserción efectiva en la resolución y abordaje de los problemas que aquejan su convivencia.
Esto implica lograr niveles de empatía y solidaridad, así como el respeto a las diferencias individuales y el reconocimiento del otro, a quien se entiende como agente vital para la co-construcción de la sociedad.
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